Una visita distinta. A Memo Ánjel, reconocido historiador y periodista de Medellín, volver a Ayacucho lo sorprendió. Y más porque desconocía el paso transformador del tranvía por esta zona histórica de la ciudad.
Ese sentimiento fue parte de la tertulia que Ánjel realizó este jueves en el Café Estación Amador, ubicado junto a la parada Bicentenario del tranvía. Más de 50 tertulianos escucharon con atención sus pensamientos y conocimientos.
Para el Metro este tipo de actividades son importantes dado que convocan y permiten que las personas se encuentren para conversar, exponer sus pensamientos y aprender. Memo Ánjel valoró la iniciativa cultural de la tertulia y el café en el que se realizó la primera.
“Este tipo de transformaciones simplemente vuelven a la ciudad más ciudad, porque Medellín siempre ha sido muy aldea, y empieza a aparecer otro flujo de gente, el flujo del transporte a través de la electricidad como en el caso del tranvía. Se vuelve una ciudad más del orden de lo que pasa en el mundo y le da otra identidad, para la gente joven, para otra gente que comienza a tener ciudad y que deja de estar encerrada y ya al menos tiene el espacio público, la movilidad moderna y comienza a tener otra visión de la ciudad”, comentó.
Durante la tertulia, Memo Ánjel habló de la importancia de los cafés y dijo que en Medellín no han existido realmente en su sentido estricto, como sí los ha habido en Viena, donde nacieron. “En los cafés se crea un tejido social inteligente, donde aprendamos a oír y después a debatir. Mire lo que nos está pasando, nosotros ya no oímos, simplemente hablamos”, dijo.
Los cafés, históricamente en el mundo, en Europa, han sido los lugares donde las personas van a oír al científico, al escritor, donde se discute la ciudad, pero dice Memo Ánjel que en Medellín eso no se ha logrado dar. “Aquí hay un intento muy interesante que es el café Vallejo en Laureles, pero seguimos estando solos. Vamos al café a estar solos, no a escuchar al otro, no a proponer el otro, no a hablar con el otro”.
Y contó lo que una vez le ocurrió estando en Argentina, cuando se iba a encontrar con un amigo en la Facultad de Filosofía en el barrio El Caballito y al llegar su amigo le dijo que se demoraría otra hora y media. “Al frente estaba el Café Platón, el Café Aristóteles y me metí adentro a estar solo y de repente empezaron a discutir, me preguntaron y de pronto quedé metido en el grupo, son cafés para estar y pertenecer a la ciudad”.
Otra de sus apreciaciones durante la tertulia tuvo que ver con ralentizar la ciudad para escucharnos más. Y eso puede ocurrir estando en un café o mientras viajamos en los sistemas de transporte. Los diálogos se pueden dar en cualquier parte, pero se necesita alguien que hable y otro que escuche para que a partir de ahí se genere el diálogo y la discusión.
“Como profesor me impresiona que los alumnos ya no preguntan. Yo les digo y qué pasa si les digo mentiras y no dicen tampoco nada”, expresó Memo Ánjel.
La tertulia con el historiador fue un punto de partida para otras que ocurrirán en el corredor del tranvía, actividades que enriquecen la experiencia de viajar en la nueva línea T-A y caminar por Ayacucho, una calle con historia, identidad y que se convierte en el escenario para que las generaciones presentes y futuras salgan y vivan la ciudad.
Sus pensamientos sirvieron para reflexionar sobre la necesidad que tiene la ciudad de crear espacios para tertuliar, para encontrarse con el otro, discutir, aprender. El Metro le apuesta a la construcción del tejido social por medio del diálogo enriquecedor y por eso apoyó esta primera tertulia en el corredor de Ayacucho, de muchas que seguramente se darán, no solamente con el apoyo institucional sino de forma espontánea bajo el liderazgo de cualquier persona.
El tranvía y el corredor de Ayacucho, invitan a salir para evitar, como dijo Memo Ánjel que “en Medellín estemos confinados en un espacio del que no salgo y desde el cual me invento la ciudad”.
La ciudad está afuera, está en los sistemas de transporte, está en las calles, está en los cafés. También en Ayacucho se puede vivir, conocer y discutir, y de eso, sin duda alguna, quedaron convencidos los tertulianos que quedaron con deseos de más.
DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES