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Cuentos-metro-de-la-80

 

Nurú

Hace varios siglos, en lo profundo del Valle de Aburrá, existía un enorme y frondoso bosque que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Sus árboles eran majestuosos perfectos para brindar refugio a las criaturas del bosque y a una pequeña tribu. Todos vivían en armonía hasta que algunos miembros de la tribu comenzaron a talar los árboles sin piedad, dejando un rastro de destrucción. 

Los ríos se secaron, la tierra se volvía árida, las temperaturas aumentaron y las especies comenzaban a desaparecer. Los espíritus guardianes del bosque, asustados por perder su hogar declararon estado de aleta e hicieron un consejo en el árbol más anciano del ubicado en el corazón del bosque.

En medio del consejo los espíritus del bosque se debatían sobre que especie iba a ser elegida para convertirse en el nuevo guardián del bosque, habían contemplado elegir a un Tigrillo lanudo, un Zorro perro o Tairaar hasta que un rayo de sol entro por las ramas del árbol e ilumino a un pequeño pagaron de plumaje negro como la noche que estaba dormido. Los espíritus lo tomaron como una señal. El bosque tenía a su guardián.

Al convertirse en guardián las plumas de las alas y el pecho comenzaron a tornarse de un azul turquesa brillante representando el cielo y el agua de la zona, la zona de los ojos adquirió un tono rojizo simbolizando el fuego y su pico se tornó en un amarillo vibrante representando las riquezas de aquel valle. Desde ese momento aquel pájaro totalmente negro de ojos naranjas fue nombrado como Nurú (por el sonido que hacía) guardián del bosque.

Nurú sobrevolaba el bosque por las noches, su misión era plantar semillas, ver que las demás especies estuvieran bien y limpiar el agua hasta que el bosque se recuperara por completo.

Una noche como de costumbre Nurú realizaba sus tareas hasta que fue atrapado por unos cazadores que quedaron deslumbrados por su belleza y rareza. Estos solo querían exhibirlo como un trofeo para posteriormente venderlo a algún coleccionista de la zona.
Al ver estos los espíritus del bosque estallaron en ira y como castigo iniciaron una enorme sequía que solo afectaba a los humanos, esta causo que los ríos se secaran y los árboles dejaran de dar frutos. Los habitantes, desesperados y al borde de la hambruna, se responsabilizaron de sus actos.

Los líderes de la tribu marcharon hasta el corazón del bosque donde arrodillados presentaban una ofrenda de flores y alimentos que colocaron en un altar como muestra de arrepentimiento hacia los espíritus del bosque y al recién liberado Nurú. Ante este acto los espíritus levantaron su castigo con la condición de que los habitantes debían asegurarse de devolverle la vida al bosque.

Los humanos trabajaban día y noche para cuidar el bosque con la ayuda de Nurú quien los por el día los observaba y por la noche continuaba con sus labores de proteger y reforestar el bosque. Con su pico dorado, recogía semillas de árboles ancestrales que habían sido olvidados y las plantaba con cuidado en la tierra.

Por: Mariana Cardona
I.U.Pascual Bravo

 

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