Sakura, los colores de la primavera
En la ciudad de la Eterna Primavera, Medellín, existía un lugar mágico y especial conocido como el "Corredor 80". Este rincón de la tierra estaba rodeado de una exuberante vegetación y albergaba una rica diversidad de fauna y flora que llenaba de vida y color cada rincón de la ciudad. Sin embargo, como en todos los lugares mágicos, había una historia que aún no se había contado...
Hace mucho tiempo, en el corazón de este corredor, vivía un pequeño pájaro llamado Sakura. Pero Sakura era diferente a los demás pájaros, a diferencia de sus hermanos alados que brillaban con plumajes resplandecientes y cantaban melodías llenas de alegría, Sakura había despertado un día sin colores, sin plumaje y sin poder volar. Se encontraba desnuda y vulnerable, sintiéndose extraña y fuera de lugar en un mundo tan hermoso y lleno de vida.
La desolación que lo rodeaba era evidente. Aunque los árboles aún se alzaban, sus hojas habían perdido su verde vivacidad, y las flores, una vez hermosas, se habían convertido en sombras grises de lo que solían ser. Los animales, aunque presentes, parecían meros espectros de sí mismos, sin brillo ni vitalidad.
Sakura, perpleja y llena de tristeza, se puso en marcha para descubrir la razón detrás de este oscuro misterio. Su búsqueda lo llevaría a un destino asombroso y una responsabilidad que nunca habría imaginado, avanzó por el corredor, su cuerpo desnudo contrastando con el mundo gris que lo rodeaba, fue entonces cuando se topó con una vieja y sabia planta de menta que, a diferencia de todo lo demás, aún conservaba un toque de color. Sakura, confundida y desesperada, preguntó a la menta qué había sucedido.
La vieja menta, con voz tranquila pero llena de conocimiento, le explicó la terrible verdad. "En el mundo natural existe un equilibrio, Sakura, ya menudo este equilibrio se ve amenazado por el mundo artificial. Esta vez, la primavera ha desaparecido y con ella toda la fauna y la flora han dejado de existir".
Sakura negó con la cabeza, incrédula, como si estuviera atrapada en una pesadilla. "No puede ser", murmuró. Desesperada, le suplicó a la menta que hiciera algo para revertir este caos.
La menta, con tristeza en sus ojos, respondió: "Lo siento, querida. Yo ya no puedo hacer nada. La única que puede salvarnos eres tú. Tú eres la mismísima primavera personificada en un pájaro, la guardiana del equilibrio del mundo natural. Ve al Corredor 80 y allí encontrarás la respuesta".
Sakura quedó estupefacta y, en un arrebato de negación, preguntó: "¿Por qué yo? ¿Qué debo hacer?". La vieja menta, mientras sus colores seguían desvaneciéndose, susurró: "Sakura, tú eres nuestra última esperanza. Debes restaurar la primavera y devolver el equilibrio al mundo natural".
Sakura se dirigió hacia el Corredor 80, con el corazón lleno de incertidumbre y determinación. Mientras avanzaba, contemplaba el paisaje sombrío y desolado que se extendía ante ella. Todo estaba sumido en un monocromático gris, un triste recordatorio de lo que solía ser.
Finalmente, llegó al Corredor 80, y lo que vio le dejó sin aliento. El lugar que alguna vez había rebosado de exuberancia ahora parecía un oscuro túnel de tristeza y desolación, pero Sakura no se detuvo, se encontró con el anciano sauce, uno de los árboles más antiguos del lugar, que aún tenía algunas hojas verdes. El anciano le habló de su misión y la guía hacia el corazón de la Primavera.
Al llegar al Corazón de la Primavera, Sakura se encontró con un espectáculo deslumbrante, hojas y flores sagradas se destellaban en una sinfonía de colores, y una luz intensa llenaba el aire, Sakura tomó una de las hojas sagradas y esta comenzó a resonar, fusionándose con su cuerpo desnudo. Poco a poco, todas las hojas y flores revistieron completamente su ser, llenándola de vida y color.
Con sus alas recién recuperadas, Sakura voló por el corredor, restaurando la vida y el color a su paso, cuando llegó a la cumbre del corredor, sintió que ya no tenía fuerzas., su cuerpo se desvaneció, convirtiéndose en polvo estelar que cubría cada rincón del valle.
En su honor, los animales y las plantas crearon una estatua en el Corredor 80 y desde ese día, el valle se convirtió verdaderamente en la Eterna Primavera, con su corazón latiendo en el Corredor 80, la vida floreció en cada rincón, recordando siempre que sin primavera, no hay vida ni colores.
La leyenda de Sakura inspiraría a las generaciones futuras a ser guardianes de la naturaleza y preservar el equilibrio del mundo natural.
Jhon Fredy Bedoya
Especie: Sakura
ITM-Robledo