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Alejandro, un enamorado del Metro

Alejandro, un enamorado del Metro

Nuestro METRO - N° 187



Alejandro Cuartas se desempeña como auxiliar operador de estación. En su trabajo debe estar en contacto permanente con los usuarios. El amor por la empresa y por lo que hace, se transmite entre todos los que lo conocen.



Siempre tiene una sonrisa o una palabra amable para los usuarios. Dice que el secreto está en amar lo que hace y a Alejandro Cuartas ese amor por su trabajo se le nota.



Primero fue auxiliar de policía en el Metro y luego se presentó la oportunidad de continuar en la Empresa. Llevó su hoja de vida con la esperanza de que lo vincularan. El proceso, aunque tuvo ligeros tropiezos, terminó felizmente para Alejandro, que en ese entonces tenía solo 19 años.



Después de llevar su currículum, lo llamaron ese mismo día porque había olvidado firmarlo. Lo llevó nuevamente. Días después comenzó a ver que a algunos de sus compañeros que también habían sido policías Metro los llamaban para presentar los exámenes médicos, pero él no recibía todavía la llamada.



Con algo de desesperanza le contó a su hermana que sus compañeros seguían avanzando en el proceso y que aún no se comunicaban con él. La hermana le dijo que claro, que a él también lo habían llamado pero que había olvidado contarle. De inmediato se puso en contacto con la Empresa y le dieron una nueva fecha para los exámenes. Fue aceptado y comenzó su capacitación.



Eso fue hace 16 años y todavía se levanta a trabajar con el mismo entusiasmo con que comenzó el primer día. Alejandro trabaja como auxiliar operador de estación. Su labor consiste en apoyar al personal de estaciones para que todo marche correctamente, esto incluye la atención de usuarios, verificar el funcionamiento de todos los equipos de la estación y estar listo ante cualquier contingencia que se pueda presentar en cuanto al servicio.



Un sistema que transporta cerca de un millón de usuarios al día es escenario de innumerables historias. Alejandro recuerda muchas anécdotas. En ellas sale a relucir el compromiso y colaboración del personal Metro.



Como cuando una usuaria que viajaba con su niño pequeño, sin querer ingresó al tren, mientras que el niño se quedó en plataforma. Estaba en San Antonio y no conocía muy bien la estación.



En medio de la confusión , la mamá resultó en San Javier muy angustiada por el niño. Alejandro se quedó con el pequeño mientras ubicaban a la mamá.



"Yo tenía al niño de la mano mientras estaba pendiente de los usuarios en torniquetes. Muchos pensaron que me había ido con el niño a trabajar, -recuerda entre risas-, empezamos a llamar a otras estaciones hasta que logramos ubicarla. Cuando se reunió de nuevo con el niño, estaba feliz. Nunca voy a olvidar los ojos de alegría y agradecimiento de esa mamá".



Alejandro logra transmitir a otros el amor por su trabajo. Asegura que la clave está en querer lo que se hace. "Para hacer una labor con amor hay que estar enamorado. Yo estoy enamorado de la Empresa por todo lo que me ha aportado a mí y a mi familia. Tenemos el ánimo se seguir adelante". Y no es gratuito que piense así. Entre otras cosas porque fue en su trabajo que conoció a su esposa, quien hace parte de la policía Metro y con quien tiene a Maximiliano, el hijo de cinco años que es su gran alegría y motivación.



Está convencido de que el Metro hace mucho más que transportar personas de un lado a otro. "Conectamos personas e integramos territorios, eso incluso lo dice en nuestra Mega (misión de la empresa) y a veces no lo dimensionamos".



Actualmente cursa una técnica en electrónica, con lo cual aspira a expandir sus horizontes profesionales en un futuro. Por ahora disfruta su trabajo cada día, porque le da la oportunidad de ayudar a los demás. Reconoce que no siempre es fácil, a veces los usuarios están cansados después de un largo día de trabajo, puede haber congestiones o alguna situación que afecte la operación. Por eso, trata de ponerse en el lugar de los viajeros.



"Cuando el usuario tiene un día difícil hay que tratar de entenderlo. Hay que ponerse en el lugar del otro. Muchas veces vienen enojados y lo que uno hace es preguntarle en qué le podemos servir. La gente se empieza a calmar y muchas veces se van tranquilos", explica.



Su turno comienza usualmente a las 2 de la tarde. Divide su tiempo libre entre su estudio y su familia y busca compartir con Maximiliano, que también quiere mucho al Metro. Con solo cinco años, él ya entiende que no debe pisar la línea amarilla, estar muy atento al espacio entre el tren y la plataforma y sabe que si se pierde, debe acudir al personal Metro o a los auxiliares bachilleres.



Alejandro, con su alegría y espíritu de servicio, se ha ganado el respeto y cariño de sus compañeros y el aprecio de los usuarios que reconocen en él, a una persona dispuesta a ayudarles con la mejor de las sonrisas. La filosofía de este empleado Metro es sencilla: "Disciplina y querer hacer las cosas. Siempre con el ánimo de que mi labor sea importante".



DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES

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