Infanta, la elefanta recursiva
El sentido del autocuidado y la corresponsabilidad de Infanta la elefanta era tan grande, que desde el inicio de la pandemia se propuso dos cosas: encontrar una mascarilla a su medida y concienciar a muchas personas sobre la importancia de su uso para contener el avance del virus.
Lo primero era complejo, pues no hallaba una mascarilla a su medida que le permitiera cubrir su enorme trompa y boca a la vez. Sin embargo, luego de pensar y pensar, una buena idea apareció: llevar dos mascarillas, una hecha a la medida de su trompa y otra para su boca. Santo remedio.
Aunque lo segundo no dependía de ella, decidió sensibilizar con amor y paciencia. Así que cuando viajaba en el Metro y se encontraba a alguien sin su mascarilla o con ella mal puesta, lo abordaba respetuosamente para contarle por qué un elemento de bioseguridad aparentemente tan simple podría salvar vidas.
Un día Infanta la Elefanta se encontró en el Metro a alguien a quien le había explicado la importancia de llevar bien puesta la mascarilla. Esa persona le dijo que volverse consciente de ello evitó un contagio masivo en su familia, luego de estar en una fiesta donde hubo un foco y él fue uno de los pocos asistentes que no se contagió.
Ese día Infanta la Elefanta dimensionó la importancia de su labor y complacida concluyó que, solo por esa experiencia, había invertido muy bien su tiempo sensibilizando a la gente. Y que, en adelante, no dejaría de hacerlo cada que viajara en la red Metro.